Desencuentro

De pequeño fui esa cosa imposible que se denomina "niño católico". Era imposible, claro, porque un niño no puede ser católico ni cualquier otra cosa, sino simplemente niño. Además, mi familia era una cosa aún más extraña pues casi todos decían ser católicos-no-practicantes, así, todo seguido. Cómo se puede ser algo-sin-serlo sigue siendo un misterio para mí. Mi relación con la religión católica era por tanto, ya en origen, contradictoria y en equilibrio inestable. No era por falta de esfuerzo del régimen político ya que de niño iba a una escuela de frailes agustinos de avemarías a la entrada de las clases y rosario los viernes. Más tarde, en la secundaria aún había religión católica como asignatura (perdón, qué despiste el mío, aún sigue hoy, opss...). Incluso en los dos primeros años universitarios había la opción de ir a unas clases en el seminario de curas y ganar unos puntos para el expediente (uhmm..., me precipito de nuevo, en mi universidad sigue habiendo algo similar, parece que no pasa el tiempo).

De mis posibles dudas me sacó muy pronto, a los ocho años, un fraile agustino que me iluminó el camino. Gracias. La escena era clásica: estábamos en una clase de las antiguas, de pupitres y suelos de madera, de esos de fregar con arena, y techos altos. Llovía al final de una tarde de otoño o invierno. Recuerdo que afuera ya casi no había luz y la de las bombillas del techo se reflejaba en los chorros de agua que resbalaban en los cristales. Como era la última hora del viernes tocaba rezar el rosario. Imaginen a cuarenta niños de ocho años en semejante tarea, monótona, interminable, incomprensible. Un fraile paseaba por el pasillo central atento a las distracciones mientras otro se quedaba al lado de los cuatro alumnos (uno por "misterio") que, como premio a su recta conducta, dirigían el asunto. El resto contestaba con esa musiquilla mecánica que aún hoy me hace recordar el sorteo de la lotería. En cierto momento, el cura del pasillo se paró a mi lado e instantes después me dió una bofetada. No eran tiempos ni edades de pedir explicaciones pero yo me creía inocente de toda culpa salvo del aburrimiento. Me equivocaba, como verán de inmediato. El rosario, por supuesto, no fue interrumpido por esa nimiedad y siguió hasta su final. Luego, el fraile me subió al altillo donde estaba la mesa del profesor y, señalándome, aleccionó a los demás:

—Ha dicho: "En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo" y lo correcto es "En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo". A ver si así lo aprendeis todos y no insultais más al Hijo de Dios.

Yo no sabía aún nada de las conjunciones pero ese "y" ausente marcó el temprano inicio del desencuentro. El fraile desató lo que después supe que se llamaba conflicto de autoridad porque me fue imposible aceptar la relación entre las magnitudes de la falta y del castigo, ni entender como la ausencia de la "y" llevaba al insulto a nadie. Volví a casa andando, cubierto por un impermeable de plástico marrón y una gorra. En Avilés, mi pueblo, llovía a mares esa noche.

El fraile se murió hace tiempo y creo que se reencarnó en algún animalejo coprófago. Yo seguí adelante y con los años y como en las huelgas cumplía con los servicios mínimos exigidos por la Santa Madre Iglesia: misa los domingos a última hora, con la esperanza de llegar tarde por causa mayor, y confesión una vez al año porque sino era pecado mortal. Aparecían de nuevo los castigos infinitos por una nimiedad que no hacía daño a nadie. Ciertamente, en la educación seguían celebrándose actos religiosos sin opción a la ausencia pero, como se disculpó otro más grande y poderoso que yo, no había mandado mis naves a luchar contra los elementos. O más brevemente: a la fuerza ahorcan, dóblate como el junco, pequeño saltamontes, que a los diez años en la España del nacional-catolicismo la rebeldía tiene escasa esperanza de vida.

Mi carácter, aunque aún por formar, ya era incompatible con el cuento. Y un día, a los 12 años, mientras bajaba hacia el tedio dominical, decidí que la historia de las misas y las confesiones había terminado definitivamente. Recuerdo a la perfección la inmediata e intensa sensación de liberación, como una ducha después de un largo periodo de roña y sudor.

La cosa tuvo ciertas repercusiones más bien cómicas. El cura de la parroquia se percató de mi desaparición y habló conmigo un día en la calle. No le interesaban mis razones, sólo insistió en saber en qué secta me había metido. Como no tuvo éxito en sus indagaciones, en un detalle que consideré en su momento bastante rastrero, acudió a mi familia. Los únicos argumentos que esgrimieron fueron reflejo de lo que realmente les preocupaba: "qué va a decir la gente". La "gente", hasta donde me consta, no dijo nada.

Creía que la religión ya no tendría protagonismo alguno en mi vida pero llegó el servicio militar. Ya puestos, les comentaré que la objeción de conciencia en esa época llevaba directamente a prisión. Aunque, como cantaba Paco Ibáñez, la música militar nunca me (la) supo levantar, el precio me pareció excesivo y además el antimilitarismo tampoco estaba en mis prioridades en ese momento.

Hice lo que consideré razonable, yendo de soldado, descartando cursar de alférez o sargento, grados a los que hubiera podido acceder por el título universitario. Pero una cosa es ir a misa de paciente y otra hacerse responsable del oficio.

Llegó el día en el que dos mil jovencitos estábamos formados, aún sin uniformes, ante la jefatura en pleno, coronel y capellán castrense incluidos, bajo el frío de una mañana de invierno en Cáceres. Tras las arengas e instrucciones más o menos pertinentes, un capitán abordó el tema a grandes voces:

—Aquí la misa es los domingos por la mañana y a la misa va todo dios a menos que no sea católico (larga pausa). Si hay alguno que no sea católico que de un paso al frente ahora.

Y de dos mil, dimos un paso al frente dos. El Guru y yo. En ese momento ni siquiera nos vimos por lo que cabía ser el único chiflado que se manifestaba fuera de la ortodoxia. Por cierto, la historia del Guru merece una reseña propia, ya la comentaré algún día.

Ambos fuimos escoltados fuera de la formación por dos soldados hasta el despacho del oficial de guardia, que era el mismo de la arenga. Cuando nos hicieron pasar estaba leyendo la documentación que habíamos rellenado antes del alistamiento. Por suerte, en su momento ambos nos habíamos empeñado, no sin esfuerzo, en que se dejara en blanco el apartado de "Religión" en los cuestionarios. Visto que no encontró antecedentes peligrosos y que nuestra irreligiosidad no parecía una improvisación de última hora se arrancó al más puro estilo castrense:

—Ya que sois los únicos con cojones, a partir de ahora teneis libre los domingos por la mañana hasta nueva orden.

El enfoque era peculiar pero, lo que importaba era el resultado. La "nueva orden" no llegó nunca y durante los quince meses siguientes dedicamos esas mañanas a jugar al frontón mientras el resto salvaba su alma.

12 comentarios:

  Suzenz

21/9/07 08:12

Hola Angel, soy susana. Entré a tu blog, porque hay una escritora guatemalteca que te refiere mucho. Asi que decidi leer tu trabajo, que es muy impresionante. (apenas estoy empezando con lo de Un conflicto de intereses. Pero luego vi la otra columna, y me tope con este relato tuyo. Así que después de leerlo, pensé en pedirte perdón, por todos aquellos que no te supieron transmitir lo infinitamente amado que eres por Dios, y en lugar de eso recibiste golpes. En verdad que pena. Y aunque si bien ir a misa, y cumplir con los "requisitos es importante", MÁS QUE CUALQUIER COSA. lo importante es que sepas que eres un hijo amadísimo de Dios. practiques o no. Te mando un abrazo muy pero muy fuerte. Y perdona mi atrevimiento. Susana.

  Ángel M. Felicísimo

22/9/07 10:29

Hola Susana, este otro blog es algo diferente, claro, aunque no distinto, sino complementario del otro.
Me gustará contestarte con más detenimiento para matizar algunas cosas sobre tu amable comentario. Lamentablemente dentro de unos minutos salgo de viaje y temo que esté muy liado durante un par de días. Pásate por aquí de nuevo el lunes y habré intentado explicar algunas cosas con más precisión.
Un abrazo
Angel

  Ángel M. Felicísimo

24/9/07 21:19

Hola de nuevo Susana.
A lo que iba: quisiera dejar claro que no considero que haya recibido golpes de la iglesia católica, la historia que conté de cuando era niño es una anécdota, no un trauma. Mi ateísmo es fruto de la reflexión, no una reacción a los errores de las religiones.
Respecto a lo que comentas, el ser hijo amadísimo es sólo una hipótesis a la espera de confirmación (bromeo) pero es obvio que no se extiende a todo el mundo: los muertos del tsunami del Índico, los del terremoto de Perú, los de Sudán... A estos les hubiera encantando ser hijos amadísimos y merecer algo de piedad del Omnipotente que no se molestó en salvarles del sufrimiento o la muerte (ahora ya no bromeo).

A los creyentes suelo preguntarles en qué dios debería creer y por qué ese exactamente: Yahvé, Thor, Baal, Shiva, Tláloc, Maat... la lista podría alcanzar un par de miles sin problemas.

Pero bueno, no te preocupes demasiado y sobre todo no pidas perdón por nada que no hayas hecho. La culpa, si existe, para el que tenga la responsabilidad. Saludos.

  Anónimo

3/10/07 03:48

Me encanta su forma de narrar las cosas, su criterio y carácter, este blog es referencia para una clase mía de la universidad. Por cierto estudio en Chetumal, Quintana Roo, México. Mis respetos para usted y muchos saludos desde la zona maya. MQR.

  Ángel M. Felicísimo

3/10/07 07:24

Gracias Marisol. Este blog tiene muy pocos lectores comparado con el otro por lo que agradezco mucho tu comentario. Estuve en México una vez, en Aguascalientes, y guardo excelentes recuerdos. Lamentablemente aún no he podido visitar las zonas arqueológicas y no veas las ganas que tengo. Saludos desde Mérida.

  Anónimo

12/4/08 18:52

No obstante hay estudios (que ahora no estoy en posición de remitir) que exponen que el 90% de los seres humanos creen en lo trascendental si bien esta cifra difiere de los que son creyentes en religiones concretas.
Un saludo Ángel.

Inma

  Ángel M. Felicísimo

12/4/08 23:46

Hola Inma, sí, es posible que eso sea cierto, la religión es un poderoso factor de cohesión y de consuelo. También creo, sin embargo, que la mayoría de los creyentes no lo son de forma coherente.
Por cierto, hay un estudio reciente en los EE.UU. que muestra que la religiosidad decrece drásticamente con la formación científica.
Saludos

  Anónimo

16/4/08 17:40

Hola de nuevo Ángel, antes de nada decirte que entre casualmente a tu blog hace unos días y realmente me parece que escribes cosas que son interesantes. Estoy completamente de acuerdo con que "la mayoría de los creyentes no lo son de forma coherente", con eso y con muchas otras cosas que han ido de la mano de la religión a lo largo de la historia usándose como herramienta de manipulación (entre otras muchas), o por las innumerables "guerras santas" que por desgracia persisten aun en el siglo XXI llevadas a cabo por ideas fanáticas y otros intereses.
Pero también pienso que el pensamiento lógico o que el método científico no tiene por qué estar reñido con un sentido espiritual, trascendental o religioso de la existencia.
Sería muy interesante poder leer el estudio que comentas y poder vislumbrarlo en su extensión. Estoy segura que una formación científica derrumba la gran cantidad de mitos creados en torno a la religión, pero tambien pienso que no es una negación de que existe una realidad que aún no podamos, medir, observar o cuantificar.
También pienso que nuestra ciencia es aun muy primitiva, no hay más que analizar el lugar que ocupamos en las historia del nuestro planeta, es por esto que aunque el método científico es la herramienta más fiable que tenemos para acceder al conocimiento,pero tambien es cierto que tambien hay una parte de la ciencia que está mitificada y tampoco es real.La misma ciencia nos podría haber llevado por otros derroteros muy diferentes a los actuales.
A continuación escribo unas frases de científicos que explican mi idea. (ME encantan especialmente las de Einsten).Perdona por la extensión.
LOUIS PASTEUR (1822 – 1895), uno de los tres fundadores de la microbiología. Produjo la primera vaccina contra la rabia y el proceso llamado pasteurizar. Católico practicante.

«Cuanto mas conozco, más se asemeja mi fe a la de un campesino bretón». Pasteur murió con el rosario en la mano, después de escuchar la vida de San Vicente de Paul, la cual había pedido que le leyeran, porque pensó que su trabajo, como el de San Vicente, ayudaría mucho a salvar a los niños que sufren.
ALBERT EINSTEIN (1879 – 1955), premio Nóbel de física 1921.

«La ciencia sin religión es renga, La religión sin ciencia es ciega».
Fuente

«Apenas si calco las líneas que fluyen de Dios».

“Es posible que todo pueda ser descrito científicamente, pero no tendría sentido, es como si describieran a una sinfonía de Beethoven como una variación en las presiones de onda. ¿Cómo describirían la sensación de un beso o el te quiero de un niño?.”

“Ante Dios somos todos igualmente sabios, igualmente tontos.” “Lo más hermoso que podemos experimentar es lo misterioso. Es la fuente de todo arte verdadero y la ciencia.”

“Es más fácil destruír un átomo que un prejuicio”.

“Hay dos maneras de vivir una vida: La primera es pensar que nada es un milagro. La segunda es pensar que todo es un milagro. De lo que estoy seguro es que Dios existe.”

ARNO PENZIAS (1933- ), Premio Nóbel de física 1978 por su descubrimiento de la radiación de fondo cósmica, patrones que otros físicos interpretaron como prueba de que el Universo fue creado a partir de la nada o Big Bang.

«Si no tuviera otros datos que los primeros capítulos del Génesis, algunos de los Salmos y otros pasajes de las Escrituras, habría llegado esencialmente a la misma conclusión en cuanto al origen del Universo que la que nos aportan los datos científicos».

DEREK BARTON (1918 – 1998) Compartió el premio Nóbel de química en 1969 por sus aportaciones en el campo de la química orgánica en el desarrollo del análisis conformacional.

«No hay incompatibilidad alguna entre la ciencia y la religión... La ciencia demuestra la existencia de Dios".

ARTHUR L. SCHAWLOW (1921 - ) Compartió el premio Nóbel de física 1981 por el desarrollo de la espectroscopia del láser.

«Al encontrarse uno frente a frente con las maravillas de la vida y del Universo, inevitablemente se pregunta por qué las únicas respuestas posibles son de orden religioso... Tanto en el Universo como en mi propia vida tengo necesidad de Dios".

WILLIAM D. PHILLIPS (1948 – ) Premio Nóbel de física 1997 por su empleo de rayos láser para producir temperaturas de apenas una fracción por encima del cero absoluto.

«Hay tantos colegas míos que son cristianos que no podría cruzar el salón parroquial de mi iglesia sin toparme con una docena de físicos».

JEROME LeJEUNE, Padre de la genética moderna, fiel católico, defensor de la vida humana.)


UN SALUDO. INMA

  Ángel M. Felicísimo

16/4/08 20:25

Hola de nuevo
El estudio en cuestión fue publicado en Nature en los años 1997 y 1998 y se hizo comparando los resultados de un estudio similar de 1916. Puedes encontrar un resumen aquí:
http://www.lainsignia.org/2005/septiembre/cyt_002.htm
Verás que el porcentaje de ateísmo está entre los científicos en un 45% mientras que entre los "grandes" científicos llega a un 72%. Ambos porcentajes son mucho mayores que los de la población en general.

>...pero tambien pienso que no es una negación de que existe una realidad que aún no podamos, medir, observar o cuantificar.

No claro, es imposible negar la existencia del unicornio o de un dragón indetectable en el garaje que decía Sagan. Algo que escapa a nuestros sentidos y que no puede probarse objetivamente tampoco puede refutarse. La cuestión está en que el pensamiento científico hace que veamos la existencia de un dios como cada vez más innecesaria, improbable e ilógica y de aquí esos porcentajes crecientes.

>una parte de la ciencia que está mitificada y tampoco es real.
No sé muy bien a qué te refieres pero, en cualquier caso, eso no añadiría verosimilitud a la existencia de dioses.

Respecto a las frases de los científicos sólo muestran que los hay creyentes y eso es claro. De todas formas, algunos de ellos tenían una concepción de la divinidad mucho más panteísta y general que la del cristianismo, que se centra en un dios personal. Pero bueno, da igual, los porcentajes que te comento hablan por sí solos.

He localizado los artículos originales publicados en Nature, espero que los enlaces salgan bien:
El primero
El segundo
Saludos

  Anónimo

17/4/08 00:36

Gracias por mostrar estos enlaces, leeré esos estudios puesto parecen ser muy interesantes.
"El porcentaje de ateísmo está entre los científicos en un 45%" me parece una cifra que no demuestra que ciencia y creencia sean incompatibles por lo que no comparto la idea de que :
"el pensamiento científico hace que veamos la existencia de un dios como cada vez más innecesaria, improbable e ilógica y de aquí esos porcentajes".
Me parece una buena apreciación esa que haces sobre que no podemos refutar la existencia de un dragón o un unicornio, ciertamente.
Por último, sobre la concepción más panteista que propia del cristianismo de los científicos que mencioné, sigue reforzando la idea de que ciencia y creencia en lo trascendental no son incompatibles. Yo pienso que hay científicos que no encuentran incompatibilidad entre las teorías evolucionistas de Darwin y la intuición de que quizá este mundo tenga una finalidad espiritual.
En cuanto a la mención del cristianismo como que se centra en un dios personal, es una religión más, religiones hay muchas, creencias hay muchas, no creo que toda la dimensión espiritual del ser humano deba limitarse a la religión mayoritaria de nuestra cultura ni del pensamiento judeocristiano. Religión y cultura van fuertemente unidos, es por esto que no divinizo ninguna religión, ni ninguna creenccia entre ellas el ateismo.

Atentamente. Inma

  Ángel M. Felicísimo

17/4/08 10:24

Si lo que defiendes es que hay científicos creyentes estamos de acuerdo: los datos están ahí y no tienen discusión. Pero si no te convence mi explicación de que la ciencia hace comprender poco a poco lo innecesario e ilógico de la religión ¿qué explicación propones para que el porcentaje de creyentes caiga en picado cuando la formación científica aumenta? Ese dato es también indiscutible y llegamos a ese interesante 72% de ateos, algo absolutamente diferente del 0.5% que se estima para la población en general de los EEUU.
Saludos

  Anónimo

17/4/08 11:28

Tengo que sacar un ratito para leer detenidamente esos estudios. A priori hay varios factores que intuyo