En el Norte no hay estrellas, decían. Con tanta nube qué va a haber. Descubrí que era falso cuando, con dieciseis años, comencé a pasar noches al relente allá arriba, en el mundo azulgris de los Picos de Europa. Las mejores eran las que empezaban con un Lago Enol desierto porque había una niebla de mil demonios. El camino era, al principio, llano. Al llegar al bosquete de acebos cruzabas el regato y subias el corto repecho hasta Vega la Piedra. Luego, poco a poco, sin ver más allá de cuatro o cinco metros, hasta Vegarredonda. La parada era obligada porque seguramente en el refugio se atechaba algún conocido a la espera de que mañana o pasado escampara. Conversábamos hasta el fin de la tarde y con el ocaso salíamos por el, ahora sí, empinado zigzag hacia la Torre de la Canal Parda. Por el camino oscurecía y se producía el cambio: en cierto momento, en sólo unos metros, el cielo aparecía espléndido. Abajo quedaba el mar de nubes y arriba aparecían los Picos, fantasmales a la luz nocturna: El Picu les Travieses, los Argaos, la Torre de Santa María...
Mi sitio preferido era un poco más arriba. Desaparecía la vegetación y ya sólo era la peña de caliza. Al borde del Jou Santu, el corazón del Macizo Occidental, había unos muretes de cantos apenas esbozados. Precarios, de un escaso medio metro de altura, te protegían de viento si la noche se endurecía, algo nada raro en ese lugar.
Las noches claras permitían mirar a lo lejos y ver la luz intermitente del faro del Cabo Peñas, el finisterre norteño. Otras, como ésta que relato, no. Obligaban a mirar hacia arriba. Arrebujado en el saco de dormir, si era otoño buscaba Rigel y Betelgeuse al Sur. O la tenue presencia de Andrómeda. Luego la temperatura obligaba a cerrar el saco sobre la cara y a dejar pasar las horas.
Los macizos Occidental y Central de los Picos de Europa desde Google Earth. La marca señala el lugar al que me refiero en el post.
2 comentarios:
5/12/07 17:58
¡Je! Cuánto tiempo hacía que no oía la palabra "relente". :-)
5/12/07 23:10
La definición del DRAE es exacta parea la situación:
1. m. Humedad que en noches serenas se nota en la atmósfera.
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